He decidido trabajar un poco más de lo habitual para daros a conocer este archipiélago que tanto le gusta visitar a la gente. Sobre todo la Isla principal, la Columbrete Grande, que es la única que recibe visitas tierra adentro. Lo normal es ver fotos encantadoras o vídeos desde barcos de recreo pero, en general, carecemos de suficientes conocimientos culturales al respecto. Espero colaborar en la disminución de esta realidad. Aquí va la historia resumida porque no a todos nos gusta demasiado la abundancia de lectura... ¡pienso yo!
~La desastrosa actividad volcánica que sacudió nuestro planeta hace más de dos millones de años alteró sustancialmente su geografía. La zona en la que hoy se encuentra el archipiélago de las Islas Columbretes fue duramente perturbada y, a consecuencia de esta alteración, las incesantes erupciones fueron dando forma a unos cráteres y pitones volcánicos que emergieron de entre sus aguas. Geológicamente es un fenómeno muy interesante y así lo tratamos en otra entrada por tratarse de una parte integrante de la provincia de Castellón y del municipio de su capital.
Acabado este episodio de cataclismos naturales, la erosión fue modificando su forma, algo menos lentamente de lo normal debido al agresivo oleaje, así como los fuertes vientos de la zona. Se trata de un desgaste como lo tiene cualquier otro elemento de La Tierra. No es así con las acciones de los seres humanos que han participado también en otro tipo de estragos. Hoy ha cesado la devastación por los múltiples actos vandálicos de los moradores de este Mundo que somos, obviamente, los que deberíamos estar más interesados en su conservación. Hoy se han creado unas reservas natural y marina que han dado como resultado que este espacio apartado sea considerado un verdadero “paraíso terrenal”, un lugar ensoñador, sobre todo para los castellonenses orgullosos de su patrimonio. Un gran nido para la fantasía de la mitología.
“Ophiusa” para los antiguos griegos, “Colubrana” o “Serpentaria” para los romanos, demuestran que sus primeros “pobladores” fueron serpientes, especialmente víboras, supuestamente de origen peninsular. En el Siglo XIX, el Capitán Smyth publicó un mapa con la latitud y longitud de todos sus islotes y escollos, dándoles nombres a cada uno de ellos. A finales del mismo siglo, el Capitán Pardo Figueroa amplió esos datos y puso nombres a algunos escollos que había omitido el inglés, publicando un segundo mapa más completo y exacto. Sobre esas mismas fechas, en Praga se editó un libro de Ludwig Von Salvator titulado: “Columbretes” con nociones más desarrolladas, sobre todo por aportar datos sobre su fauna y flora. Desde entonces, bastante se ha escrito sobre esta temática. Hasta el nacimiento y fallecimiento al poco tiempo de un bebé por circunstancias extraordinarias y casuales, las islas no tenían jurisdicción. De modo que no podían registrar estos acaecimientos como debe proceder, por lo que se vieron obligados a legalizar su pertenencia municipal a la capital de la provincia, Castellón de la Plana, en el año 1955.
Fue refugio de piratas, corsarios y contrabandistas y resultó ser el escenario de naufragios. Después se convirtió en un edén para la flota de pescadores comerciales. En el siglo pasado, la aviación lo utilizó como campo de tiro y, en buena lógica, los destrozos que ocasionó esta práctica son innumerables y desconsoladores. En tiempos de la dictadura franquista, en el inicio del turismo (que vino a mitigar nuestra pobreza económica), hubo quienes quisieron construir viviendas, puerto deportivo y un casino. Se desestimó esa aspiración por el problema del suministro de agua potable. A Altos Hornos del Mediterráneo se le ocurrió un fracasado proyecto sobre la explotación del hierro y del oligisto. Debido a su favorable clima para ciertas enfermedades, también se planteó un proyecto de balneario, el cual no se hizo realidad por su elevado coste. El ejército estadounidense usó durante ese periodo español, el islote Bergantín como blanco para su aviación militar. Un barco de guerra bombardeó el islote y le arrancó la cabeza o, mejor dicho, su parte superior que era la más coquetona. En 1982 se consiguió detener esas prácticas de tiro norteamericanas, ¡con gran fortuna para los ciudadanos españoles!
A mediados del Siglo XIX, en la isla Columbrete Grande, la construcción de las casernas para dar cobijo a los obreros durante la obra y, posteriormente, del faro ocasionó el primer asentamiento oficial y duradero. A consecuencia de éste, después de fracasadas otras tácticas, se les ocurrió prender fuego a la vegetación para eliminar a las serpientes, a los escorpiones y a todo bicho que pudiera ser un riesgo para vida de los fareros. Entonces no parece que fueran muy ecologistas, pero el daño a la flora fue brutal. ~ Primero, se censaron cuatro familias; posteriormente se quedaron en tres y, después, se quedaron en dos. Estos empleados tuvieron que ejercer de agricultores y ganaderos para cubrir sus necesidades básicas, aunque un barco se ocupaba de llevarles suministros periódicamente. Los fareros tenían encargada la tarea de suministrar los datos meteorológicos como: estado de la mar, temperatura, velocidad y dirección del viento, presión atmosférica, etc. ~ En 1921 se instaló un equipo de radio con el que disminuyó en parte la soledad de los moradores de tan inhóspito lugar. Así esta isla fue ocupada por la alternancia de estas personas, ininterrumpidamente, desde 1856 hasta 1975... ¡Más de un siglo! ~ Una vez desierta, también fue habitada temporalmente por equipos de investigación científica. Finalmente, con su funcionamiento automático, sólo ocuparon la isla un técnico y su ayudante, un obrero. En la actualidad, debido a haber sido declarado el archipiélago como RESERVA NATURAL y MARINA, han vuelto a poblar la isla (1987) con los servicios de guardería y vigilancia que mantiene allí la Generalitat Valenciana: cuatro guardas y dos obreros que se van alternando en dos grupos, de manera que siempre hay dos guardas y un peón con plena dedicación.
Durante la segunda mitad del siglo pasado, debido a los avances o modernización de los tiempos y antes de su protección oficial como reserva, la zona sufrió una invasión paulatina que inundó de barcos de recreo sus aguas. Cada cual hacía lo que le salía de las ganas, sin que se opusiera nadie ya que no existía ningún tipo de control, ni ninguna autoridad que lo impidiera. No es necesario decir que en esa época se produjo un deterioro o degeneración medioambiental importante, tanto en su flora como en su fauna. Hoy las inmersiones están controladas y limitadas: se necesita permiso previo del Parque Nacional de las Columbretes.
Ver datos, mapa y otros sobre este archipiélago...
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